Bueno, todo el mundo tiene su blog y yo sigo con el papel y la birome (que después de la devaluación ya ni es Bic)así que he decidido no quedarme atrás y dejar de arrugar las hojas

viernes, 14 de septiembre de 2007

Abuelito dime tú

"Agüelo", escuchó. La palabra le dibujó una sonrisita maliciosa y le vino a la cabeza el tercer grado. ¡Qué bruja la señorita Estela!, daba miedo a veces. Y pensar que si ahora escuchase un “¡agüelo!” quizás se acordaría de ella. Porque, para que sepan, la palabra sí existe, o existía hace tiempo.
El asunto es que sí es o era una palabra, porque figuraba en el diccionario que es algo así como la Constitución del idioma.
En el tercer grado de ese colegio de monjas, una de las tareas para que casa consistía en búsqueda de palabras con sonidos difíciles (con “br”, “gr”, “gue”, “gui” y, obvio, con “güe”). Un día le pidieron cinco palabras con “güe.”. Justo cuando la alumna comenzaba a desesperarse, la tía María Luisa le sopló por lo bajo: “agüelo”. La nena puso cara de “la señorita me va a mandar al carajo”. La tía entendió y, antes de un pío, le alcanzó un mataburros encanecido y le señaló la palabra.
Sí, agüelo existía con todas las formalidades. Felicidad. La tía era una ídola. Ya estaba concluida la fuckin' tarea para la casa.
Al día siguiente, cuando la señorita pidió los cuadernos, la chiquita se acercó con su guardapolvo celeste, almidonado y descompuesto y dejó, orgullosa, el Rivadavia de tapas duras y azules.
Por fin le devolvieron la tarea, pero cuando lo abrió se encontró con un miserable “MB”. La palabra “agüelo” estaba tachada y arriba decía “ABUELO” (la lapicera frenó antes de que escribiera “¡bestia!”). Qué desilusión. Si no estaba mal lo de agüelo. Esa era una cruz roja sobre su orgullo.
Durante esa tarde, la señorita Estela (gran confiscadora de juguitos Cootam y de chicles) pidió a sus alumnos que por segunda vez hicieran la tarea de buscar palabras con “güe”.
La enana llegó a la casa de su papá con las cejas hundidas hacia abajo por la bronca. Su padre le preguntó qué le había pasado y ella estiró el cuaderno. “¡Cómo serás de burra!”, dijo el progenitor, “es abuelo, no agüelo”.
Ahí fue cuando, en plena batalla, la criatura desafió: “a ver, veamos en el diccionario”; mientras, rogaba que la palabra también estuviera en el diccionario de su viejo.
Por suerte la palabra de la discordia sí estaba, así que, por segunda vez, la puso en su tarea y además le contó a su maestra que la palabra figuraba en dos diccionarios, mas ésta no le creyó. Otra cruz sobre el orgullo.
La jornada escolar que siguió le trajo una sorpresa a la mocosa (término despectivo que los adultos usan para nombrar a las criaturitas insoportables). La silueta de un hombre conocido se dibujó detrás del vidrio de la puerta. Era la de su viejo que, como un héroe, interrumpió la tortura y le mostró a la señorita el cuaderno de tareas con un recorte de fotocopia pegado, en la que figuraba la palabra agüelo con su definición; y para ahuyentar toda duda, llevó el diccionario también.
Claro que la estudiante no escuchaba la conversación, pero cuando terminó la clase la maestra la llamó a su escritorio y le pidió disculpas por no creerle.
Con las disculpas aceptadas, la alumnita se fue con su palabra de diccionario y de pequeño triunfo, aunque siempre prefirió decir “abuelo”. (Agüelito dime tú).


(*Nota: la palabra “agüelo” no figura en la edición online de la Rae, pero sí en algún diccionario de quién sabe dónde).

7 comentarios:

Bigmaud dijo...

Abue, agüe, ahue, awe, mucho sinónimos.

Saludos

Animoc dijo...

Pasé de la sonrisa a mojarme los ojos de lágrimas, me pasarn cosas similares.
Hermoso relato che!

Sabrina Konz dijo...

Qué embole cuando te hacían tirar el chicle o te confiscaban el juguito que, por cierto, para mí era Taclín porque era más barato. Típico de la maestra pelotuda que todavía cree en la esclavitud y en pegarte en la cabeza con el puntero. Aunque, obviamente, cómo olvidar a la seño de primer grado. Un ángel. Qué tiempos aquellos... snif. Me hiciste volver a la infancia.

Kissi dijo...

Sí, era un embole eso, re castradora la tipa. Además nos sacaban esos pianitos de bolsillo que estaban de moda cuando éramos chicos. Ah, y alguna vez también me confiscó la "Lapicera Loca", esa que vibraba ¿te acordás? Y también tuve una maestra que era monja y con una escuadra de madera grande le pegaba a nuestras mesas y decía :¡mocosas impertinentes!(cero pedagogía). Menos vocación de monja y de maestra tenía ese intento de mujer...

Animoc dijo...

Recuerdo que la de Lengua me metio varias veces la goma por hacer dibujos en las hojas de las pruebas, yo solo quería graficar lo que decia (si ya se, estaba loco, nadie hacia eso)

©Iv4n4 dijo...

mi maestra de primaria también se llamaba Estela y también era una confiscadora y una bruja

ire dijo...

noo la mas cruel de las maestras es
"cuentló gonzalez, asi nos reimos todos"

y, obviamente, de lo que te estabas riendo con tus amigas era de los bigotes d ela susodicha o de como sus camisas estaban todas transpiradas y hedían, entonces no podias contarlo en voz alta, y claro, todo el curso empezaba a mirarte y había que improvisar...

si habré estado en esa situación...

en fin, esta noche sale una sangria querida, eh? no la dejo escapar...